Me gustan las tazas y las flores. Me emociona sentir la vida en lo aparentemente muerto. Me apasionan los volcanes.
Soy aprendiz de la belleza, me conmueve, a veces tengo la suerte de ser tocada por ella y me impregno bella de asombro.
Consumo luz solar como quien se dispone a comer o beber, es una práctica de absorción, magnetismo y escucha. Así dejo que la luz penetre e insemine el cuerpo, dispuesto a gestar lo que ha de traer al mundo.
Soy ecléctica, encuentro el ser divino en todo. Si tuviese que salvar algo, salvaría la música, toda la música, la buena y la burda, la quiero toda.
Si no te quiero, no puedes tocar mi pelo.
La generosidad es mi abuela, que es tan generosa que ni siquiera sabe que lo es y vive instalada en ese estado.
Mi espíritu crece a través del pulso de mi corazón y suelta todo aquello que le asfixia o aprieta. Soy emocionalmente gata, así que me alejo si se traspasan mis límites. Tengo mucho amor y luz y es directamente proporcional a mi oscuridad y mi ser mas bestia, y eso me es funcional y me gusta.
Amo el café, un altar al café, café a los vivos y a los muertos.
No tolero bien la mediocridad de la envidia, la absurda comparación, me molesta que la gente no se pueda ver en todo su potencial para andarse con esas migajas.
Me gusta la gente que se ríe sola, sin aparente motivo. Me gusta lo sensual, lo que se hace con todos los sentidos. Para mi lo erótico es Dios desvelándose, revelándose.
Y de lo que se suele decir aquí, estoy graduada en joyería en la escuela de arte 3, formada en Danzas orientales y holisticas y en Cósmética ayurveda en el instituto ayurvédico Aiya, y unas cuantas cosas más, pero da igual porque lo que en realidad soy es Maga, sin pequeñuras ni remilgos, no ilusionista, Maga, obrera de dios. Canalizo, alquimizo, formulo, magnetizo, invoco y decreto.
Maga.
Con Amor, luz y oscuridad, para que la diosa sea encarnada.